Convocatoria 2010 | Miradas de un médico sin fronteras

Mario R. Duran

Noviembre 2009

 

Lejos de las imágenes de los cronistas de guerra que buscan el mejor ángulo, la iluminación adecuada y el instante perfecto para con su click! atrapar el horror, y también lejos de las pretensiones de tantos artistas que, a través de obras cuidadas y repletas de valores clásicos, estetizan la miseria, la pobreza y el abandono, Mario Durán se desentiende de estas obligaciones para simplemente tomar fotografías. Registrar. Él esta ahí, nosotros no. Y ahí está la guerra, el campo de refugiados, los niños sin padres, el hambre, las vendas manchadas de sangre, el adolescente que se apoya en una muleta.
Mario nació en Villa Huidobro y viajó por (casi) todo el mundo en un recorrido que difícilmente formará parte de las guías turísticas de la época de la guerra fría: Angola, Líbano, Kurdistán, Pakistán, Afganistán, Chad, Mali, Yugoslavia. Estudió medicina, ganó premios de cirugía, vivió en París, y participó en la fundación de las asociaciones “Médicos del Mundo”, “Cirujanos del Mundo y “Médicos sin fronteras” que recibió el Premio Nobel en 1999. Fue ciudadano ilustre de Villa Dolores y murió en Las Tapias en 2007. Sin duda alguna, su vida fue singular como la de quienes atendió como médico y retrató como humanos.  
En un planeta que se convierte en escombros y rezagos, sus fotografías conservan el amor a la vida, el sentido de la solidaridad y la urgencia de encontrar un sendero hacia la felicidad.

Gustavo Blázquez

 

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Convocatoria 2009

Florencia Quiroga - Guadalupe Aller - Guadalupe Sánchez Abchi - Micaela Ventureira

Octubre 2009

 

"La ciudad donde uno vive, la gente a la que uno quiere, las cosas que nos pasan y forman parte de nuestra historia, los objetos que contribuyen a definir nuestra identidad; lo que pasa, lo que queda; situaciones, imágenes, impresiones, destellos que integran nuestro presente; un presente a todas luces subjetivo; como el recuerdo. El pliegue y repliegue de los días marca el pulso de nuestra mirada. Mirada que investiga, que recorre y se desliza por la superficie de las cosas; se detiene, penetra, interpreta, vuelve inteligible el infinito mundo que nos rodea. La mirada es un fuego, un barniz, un conjuro; una trama de posibilidades hechas luz, sentimiento, atracción, belleza. El valor de lo observado, de aquello que la mirada conserva. El valor de lo que el ojo guarda para sí, en esa inaccesible intimidad que es la memoria. Es así que cada momento es un universo de potencialidades, de direcciones y horizontes alcanzables. Cada bifurcación, una posibilidad y un interrogante; cada paso una certeza más y no por eso una duda menos. El crujido de la buena madera de nuestro ser ardiendo e iluminando, compartiendo su calor; llama que llama y que convoca y que concentra, que agrupa y aglutina".


Manuel Pascual 

 

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Muestra Itinerante Red Cultural Mercosur

Ed Viaggini - Daniel Machado - Guillermo Hart - Eneida Serrano - Francisco Bermejo - Julio Pantoja - Carlos Bittar - Christian Lombardi - Juan Britos - Aaron Sosa

Septiembre 2009

 

La cámara, el ojo, el cuerpo, recorrieron caminos polvorientos, calles de pequeñas ciudades, autopistas metropolitanas, rutas interiores. Fue en invierno y también en primavera. Fue durante los días de la sequía y fue a la hora de la siesta cuando el tiempo parece detenerse para facilitar las travesuras infantiles. Fue un domingo.
Desde allí, once fotógrafos transportaron hasta aquí imágenes de los cielos, las tierras, y las aguas de nuestros países y nos acercan rostros, brazos, casas, hijos e hijas que podrían ser nuestras o de nuestros vecinos.
Estas fotografías hacen presente la diversidad de nuestra geografía física, humana y creativa. Formaciones geológicas que parecen ovnis y platillos voladores fabricados váyase a saber por quienes. Niños que saltan, que esperan, que trabajan. Las arenas cariocas, barcas de pescadores, una tarde en el mar. La inundación que no consigue llevarse las ganas de seguir jugando. Ordenados interiores muestran el mantelito blanco, las puntillas, las vírgenes y los cristos, ositos de peluche, la TV encendida que nadie mira, el reloj que ya no marca las horas, la ropa que se amontona cansinamente sobre la silla de madera que construyó el abuelo, la cama bien tendida, el viejo club, el billar, las bochas lisas y rayadas.
 
Nuestras retinas se sumergen en estos panoramas efervescentes donde se cruzan dinosaurios, Bob Esponja, el vestidito que cuelga solitario sobre la pared descascarada, una pareja de ancianos, el hombre que espía por la ventana, el cartel publicitario, la dama de negro y, como advirtiéndonos que se trata de mundos construidos por medio del dispositivo fotográfico, un telón blanco se yergue en medio de la selva para enmarcar las poses de los sujetos retratados. Atrapados entre estos paisajes emocionales nos acercamos al estado de emergencia que constituye el cotidiano de nuestros países y territorios.
 

Gustavo Blázquez

 

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Antonio Carrizo | Agosto 2009

Antonio Carrizo

Agosto 2009

 

En el “Tratado sobre la pintura” Leonardo da Vinci sostiene que el arte “presenta las obras de la naturaleza a los sentidos con verdad y certezas mayores que las letras  y las palabras”.  Hoy, en épocas de reproducción digital y asistida, esta afirmación no ha perdido su fuerza. La mayor participación de la imagen en la apropiación y construcción del mundo también conmueve a la labor periodística donde se incrementó la necesidad de comunicar rápida y sintéticamente los hechos informativamente significantes.
El fotoperiodista, como el pintor, están obligados a encuadrar los elementos que buscan representar y a ordenarlos en un plano visual de acuerdo a ciertas reglas compositivas. Ambos productores culturales reinterpretan el mundo y lo ponen a disposición de los espectadores para nuevas y variadas lecturas. Sin embargo, el exclusivo campo artístico sólo reconoce a uno de ellos como legítimo creador.  
Carrizo presenta su lectura de la ciudad, de sus miedos, violencias, gestos, esperanzas, rituales y sentidos, congelados por el clic mágico que los captura antes de su evanescencia final. Fugaces, las imágenes de Antonio, nos permiten vernos, casi de refilón, como cuando nos reflejamos en la ventanilla del auto que pasa. 

Gustavo Blázquez

 

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Juan Erlich

Junio 2009

 

Con el nombre de diorama conocemos a un dispositivo de entretenimiento masivo inventado por Daguerre en 1822 y a los mundos en miniatura o a tamaño real que encerrados en una caja de cristal se pueden ver en algunos museos, especialmente en los de Historia Natural. Juan Erlich, con sus collages digitales evoca ambos sentidos. Cámara en mano, el artista fotografió paisajes y animales para luego montarlos en unas escenas donde el tiempo desapareció. A través de perspectivas falsas, modificaciones de la escala de los objetos y manipulación de su disposición en el plano, se crea la ilusión de realidad y la profundidad del espacio. Pero lejos de ofrecernos una representación de lo ya conocido, estas escenas nos introducen en ecosistemas mágicos, fragmentos del Paraíso y universos sociales.Congelados en papel fotográfico se disponen ante el espectador unos mundos tan pacíficos, ordenados, pulcros y fantásticos como diferentes de nuestro cotidiano. Falsificaciones de animales humanos y de los otros, las fotografías de Erlich introducen la sospecha acerca del carácter natural de las cosas y afirman la hermosura de las diversidades posibles. 

Gustavo Blázquez

 

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Flavia Caminos

Mayo 2009

La artista se casa de blanco y se retrata con su consorte. Siempre un conyugue diferente; a veces un varón, otras veces una mujer. Con cada sí dado el tocado de la novia crece y las flores del ramo se multiplican como los panes y los peces. Cada una de las fotografía exhibe un joven matrimonio ostentando el reciente estatus adquirido orgulloso de la monogamia dominante. Los nuevos esposos se miran tiernamente o dirigen su ojo a los futuros espectadores. Sin embargo, en su repetición, Flavia Caminos se transforma en una polígama serial.  
Me quiere, me quiere, me quiere. ¿Me quiere? ¿Te quiero? ¿Nos queremos? ¿Qué queremos? Dichas una y otra vez las palabras buscan hacerse realidad. Repita tres, seis, nueve, noventa y nueve veces y sus deseos se cumplirán. “San Antonio, San Antonio, traeme un novio”. En algunas ocasiones, de tanto decir, las cosas acontecen. Esta serie de foto-performances denuncian por medio de una poética de la hipérbole el sentido ominoso presente en la repetición creadora de las palabras y de los actos. Cada vez es (casi) diferente y (casi) siempre la misma, parecen decir las imágenes. Huellas de lo mismo que es diferente, ¿es eso el amor conyugal?


Gustavo Blázquez

 

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