Pablo Zicarello

Octubre 2011

 

-Maestro, los colores, son reales?

-Los colores son pulsos de magnetismo y electricidad. Por si mismos no poseen propiedades visuales en absoluto. Cuando nadie los mira, ni el planeta Marte ni el arco iris tienen color. Somos animales que responden a la invisible estimulación electromagnética; nuestras retinas y cerebros conjuran la experiencia de los espectrales colores.

Mientras ciertas variables permanezcan ocultas, podemos seguir jugando a creer, podemos hablar de azar, de milagros y de magia.

A veces a fuerza de no tener explicación termina no necesitándola.

Se sospecha que cuando no las miramos, estas fotografías no existen. Ziccarello nos fuerza a ser observadores activos frente al vertiginoso y adictivo color.

Nadie recuerda su primera inhalación  y nadie tuvo la suficiente perspectiva como para recordar su última exhalación. Pero con estos trabajos realizados por Ziccarello,  puedo jugar a recordar mi primera visión y a adivinar la última. Ese frame perdido y único que separa (o une) los dos grandes estados: estar o no estar.

Ese pasaje en donde queda claro que lo que vemos no es eso que está allí, sino el paisaje holográfico que nuestro aparato observador despliega a partir de eso que miramos.

Mi rojo es muy distinto al tuyo, y casi opuesto al rojo de aquel.

Pues, esta muestra de Pablo Ziccarello no será dos veces la misma. Conjura los recuerdos  del observador sin distracción alguna. Una fuente de recapitulación y autoconocimiento.

Pero todo esto es consecuencia del más llano trabajo, de la más ardua expedición.

Como la brillante, esférica, monocroma superficie de un fruto perfecto que contrasta con su opaco pero vital entorno de hojas, ramas, tierra y pasto, estos trabajos que usted ve, emergieron entre otras texturas, otras decisiones, cantidad de pruebas fallidas, malos entendidos y tendencias dudosas.

El aprendiz sorprende al maestro. El maestro se da cuenta que el aprendiz lo nota. De repente ya no hay maestro ni aprendiz. Ambos  lo saben al instante. Sus caminos se separan. Así y todo, a último momento, el maestro alcanza a pegarle un coscorrón.

 Ernesto Ballesteros

 

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